Sonríeme,
y rómpeme de nuevo todos los
esquemas.
Dibuja con tus dedos
sobre mi piel
la silueta de lo prohibido,
sin que nadie se dé cuenta.
Pues tan sólo un segundo ha
de bastar
para que desee perderme
contigo,
regalarte mis horas,
mis días,
y jurarte,
como ya le he jurado a
muchas otras,
que jamás había conocido
a nadie como tú.
M. L.