mas añoramos recuerdos,
sufrimos con la distancia
y anhelamos los encuentros,
suspiramos con detalles,
y odiamos sorpresas vagas,
somos dos en la pareja
y uno si hablamos de cama.
Somos retales de sueños
unidos por desengaños,
cómplices de mil silencios
que con palabras ahogamos,
múltiples dudas atacan
si hablamos de corazón,
pero si hablamos de amor,
todo el mundo es el más sabio.
Ansiamos todo el olvido
cuando de dolor se trata,
mas si es de aquella persona
mejor no olvidar jamás,
mejor seguir esperando
a que llegue ese milagro
que haga que quizá algún día
todo, o nada, cambiará.
Bien es cierto que vivimos
con la idea de morir,
y si por vivir eternos
pudiéramos discutir,
quizá es mejor que esa idea
jamás pudiera existir.
Pues serían infinitos
los recuerdos a extrañar,
la distancia por sufrir
y encuentros por anhelar,
así como las sorpresas
que jamás nos van a dar.
Y así es como aquel destino
del que tanto se alardea
puede separar caminos
que nacieron siendo hilera...
M.L.