jueves, 19 de diciembre de 2013

ALGÚN DÍA...

Quisiera encontrarte en el futuro, algún día,
y ver si se cumplieron tantas cosas que decías,
quisiera recordarte tantas otras que yo dije,
promesas que no cumpliste, víctimas de rebeldía.

Quisiera que entendieras mis silencios, algún día,
que sientas que en fondo no eran lo que parecían,
quisiera repetirte una y otra vez mis versos
para que en ellos se pierda la razón de tu partida.

Quisiera saber cuánto callaste, algún día,
oir de tu boca respuestas a mis poesías,
saber qué se siente cuando te hablan desde dentro,
saber que, en el fondo, lo mismo que yo sentías.

Quisiera encontrarte en el futuro, algún día,
que entendieras mis silencios y todas mis poesías,
repetirte qué se siente con promesas incumplidas,
y que sepas que, en fondo, yo sabía lo que sentía...

M.L.

TORPE

Son torpes las palabras al describir sentimientos,
son torpes mis ojos cuando evitan lágrimas,
es torpe mi cuerpo cuando pido que se aleje
de esas cosas que, con miedo, jamás quisiera olvidar.

Torpe. Por condición o por castigo,
por la angustia de intentarlo cuando no ha de poder ser.
Torpe. Por decisión o por destino,
pues seguiré persiguiendo sueños al amanecer.

Torpe. Por intención o sin quererlo,
sin maneras de entenderlo pero con resignación.
Torpe. Por odiarlo o por sentirlo,
con lo dulce del saludo y lo amargo del adiós.


M.L.

martes, 10 de diciembre de 2013

AÑORO

Añoro aquellos años
en que escribir a máquina era todo un arte.
En que el romanticismo era bello
y no una conveniencia social.

Añoro aquellos tiempos
donde un beso era realmente valorado,
donde darse la mano significaba algo más,
y soñar estaba al alcance de muy pocos.

Cuando el cielo no se teñía de negro,
el mejor camino era el que se hacía acompañado,
no existía comida como la de mamá,
y llegar tarde a casa era todo un riesgo.

Añoro aquella época
cuando la poesía significaba algo,
cuando relatar historias se convertía en volar
hacia un lugar al cual pocos tenían acceso,
cuando la literatura se respetaba,
y los libros no eran meros objetos decorativos.

Extraño los días
en que una conversación era mejor que un programa de televisión,
en que la familia era lo más importante,
los amigos eran de verdad,
y las promesas no volaban al primer viento que soplara.

Echo de menos tanto
que ni siquiera he vivido...

Echo de menos tantas cosas
que imagino en mis textos
y que en la realidad se me escapan...

Quizá sea mejor así, o quizá no,
mas conservo la certeza
de que mis versos seguirán
a pesar de que se vayan tantas otras cosas.

M.L.